Los Programas de Formación e Inserción: segunda oportunidad o vía muerta
El momento final de la enseñanza secundaria obligatoria re4presenta la primera selección a la que se enfrentan los y las jóvenes. Graduación en ESO, y posibilidad de acceder a estudios superiores, o simple certificación que no permite proseguir estudios académicos. He aquí que supone aprobar o no la ESO. El grupo sin graduación queda así en una situación precaria que condiciona gravemente las posibilidades inmediatas de educación y formación y el acceso al mercado de trabajo con una cualificación suficiente.
Conscientes de este riesgo las leyes educativas han establecido des de la LOGSE de 1990, la organización de programas para dar una alternativa que permita superar el escollo y conseguir la graduación en ESO. El objetivo, evitar la cronificación de dicha situación en una edad tan temprana como los 16 o 17 años.
Los programas dirigidos a la juventud no graduada, siempre con carácter voluntario, han tenido en las sucesivas leyes educativas posteriores a la LOGSE diferentes denominaciones (PGS, PCPI, etc.) a pesar de mantener siempre los mismos objetivos: ofrecer una nueva posibilidad de alcanzar el graduado en ESO, abriendo las puertas a estudios superiores a los cuales el simple certificado no permite. El propósito de las administraciones educativas ha sido el de ofrecer una «garantía formativa» que diese una “segunda oportunidad” al alumnado no graduado
En Cataluña, desde la aprobación de la LOMCE, el 2013, se establecieron los Programas de Formación e Inserción (PFI) como marco integrador que adaptaba los objetivos de la Ley a la realidad catalana, recogiendo las experiencias más exitosas de los programas anteriores. El PFI se desarrolla actualmente en tres diferentes modalidades: Planes de Transición al Trabajo (PTT), Programas de Iniciación Profesional (PIP) y cursos de Formación y Aprendizaje Profesional (FIAP).
A pesar de la conciencia de las administraciones educativas en la necesidad de ofrecer, siempre de forma voluntaria, una oferta formativa estos programas han sufrido desde su inicio unas notables carencias que han dificultado su capacidad para alcanzar de forma generalizada sus objetivos: la recuperación del alumnado sin graduación en ESO.
Nos referimos a su débil encaje en el sistema educativo. Los PFI, y sus precedentes, han constituido muy a menudo una especie de ángulo muerto del sistema educativo. A caballo de la enseñanza obligatoria y la no obligatoria. Aun contando con una definición y un objetivo claro en las leyes, su concreción ha sido demasiado etérea y poco visible para muchos de los actores de la comunidad educativa.
Este déficit se ha concretado gravemente en la ausencia de una financiación adecuada para configurar una oferta de plazas suficiente, impidiendo así el acceso de muchos beneficiarios potenciales. Las dificultades para estabilizar la financiación de los programas por parte de la administración educativa ha motivado la necesidad de recurrir a otras fuentes para cubrir la oferta planificada. El SOC, a través del Fondo Social Europeo, complementó durante muchos años los recursos destinados a la oferta de PFI. Incluso a pesar de la mejora de inversiones del Departament d’Educació en los últimos ejercicios aún es preciso complementar los recursos con otras aportaciones.
Otro aspecto que ha limitado la capacidad de los PFI se encuentra en la escasa articulación territorial del conjunto de los recursos existentes para ponerlos a disposición de dichos programas. La tipología de los jóvenes no graduados es muy diversa, tanto como las causas por las cuales no lo hacen. Esta realidad plantea la necesidad de ofrecer unos programas que además de combinar formación académica con la de tipo profesionalizador, se adapte el máximo posible a las características de cada joven y aproveche, también al máximo, las potencialidades y recursos de cada territorio concreto. A lo cual cabe añadir una intensa y permanente acción tutorial que oriente y acompañe al joven a lo largo de todo el programa.
Estos elementos requieren el establecimiento de una cooperación entre institutos y centros educativos con las administraciones locales para trabajar de manera colaborativa en la detección, orientación, atención, acompañamiento y seguimiento de estos jóvenes. Esta colaboración, que a veces existe entre profesorado y técnicos locales, ha de estar amparada desde la administración educativa para garantizar su continuidad y evitar que quede restringida a iniciativas personales puntuales, siempre limitadas en el tiempo. Eso supone acordar convenios estables entre el Departamento de Educación y las administraciones locales en el ámbito de los PFI
La escasa motivación académica dude buena parte de los usuarios de los PFI y la necesidad de complementar la educación general con el inicio de una formación profesionalizadora plantea la necesidad de incluir tales contenidos en estos programas. Ello conlleva también la realización de prácticas formativas en centros de trabajo y, en consecuencia, la colaboración de las empresas del entorno para realizarlas. La modalidad de formación dual puede ser una buena opción para concretar esta colaboración en beneficio de todos.
En definitiva, si se pretende mejorar los resultados de los PFI, aún demasiado modestos respecto a sus objetivos, es preciso conseguir una financiación capaz de dar cobertura a toda la demanda potencial existente. Que cubra todos los territorios, incluidas las comarcas más rurales. Cabe también mejorar y estabilizar la colaboración entre el Departamento de Educación y las administraciones locales para aprovechar los recursos existentes en cada municipio o territorio mediante un acuerdo marco general que facilite la acción concreta y operativa entre profesorado y técnicos locales. Finalmente, debido a su condición de iniciación en la formación profesional los PFI deben también buscar la participación y cooperación de las empresas del territorio para hacerlo posible.
Avanzando en esta dirección se alcanzará sin duda alguna una mayor y mejor eficacia de los PFI y se dará satisfacción al reto de constituirse en una auténtica segunda oportunidad para los jóvenes sin graduación en ESO, evitando el riesgo de ser una vía muerta.
Xavier Farriols, Francesc Colomé, Josep Francí, Oriol Homs
Publicado en la versión en catalán de Opina FP el día 31 de octubre de 2023