¿Es muy difícil?

La mayor capacidad reflexiva de nuestras sociedades, gracias a los niveles más elevados de educación de la mayoría de la población, hace que cada vez seamos más conscientes de la complejidad de la sociedad humana. Hoy tenemos la sensación de que el mundo se complica progresivamente y que la sociedad nos presenta cada día retos más difíciles, que el mundo se ha hecho global y que ya no es posible vivir aislados en un rincón de paz y tranquilidad. Todo lo que ocurre nos afecta y nos presenta un nuevo reto. Vemos que cualquier innovación tecnológica llega a nuestro país con una velocidad inaudita con las ventajas que comporta y también las complicaciones que representa, al igual que nos llegan los efectos de las guerras, las crisis económicas y políticas, las modas, las verdades y las mentiras entremezcladas, los retos morales, los vicios y las malas adicciones. Trabajar y vivir hoy dignamente en sociedad parece más difícil que hace unos años y nos da miedo que cada día lo sea más. Pero cada época vive sus momentos de trasiego, y cuando se producen cambios profundos de sociedad las aguas bajan más removidas. ¿Qué pensaban los que vivieron en los años de la revolución francesa, o el hundimiento del imperio romano? La historia todavía debe enseñarnos muchas cosas para ayudarnos a entender nuestro mundo.

Por todo ello, el reto de la escuela se vuelve cada día más exigente. Educar a personas con grados más amplios de libertad individual, cuando se están transformando las estructuras sociales comunitarias y de control social, es ciertamente más complicado. Pero éste es un reto alentador, salvo que queramos volver a “la letra con sangre entra” y al miedo a la autoridad de los adultos y de los mayores. Hemos subido como sociedad un escalón más en la libertad individual. ¿Nos da miedo? ¿Por qué no afrontamos abiertamente la misión de educar en libertad a las nuevas generaciones y animarlos para ir aún más lejos? Esto supone interpelar a la escuela actual. La sociedad le pedirá cada día más respuestas y cada día mayor compromiso. Le pedirá cosas que parecen naturales a su función -instruir y educar- pero que ahora parece que se han vuelto tan complicadas que hacen exclamar a muchos docentes: «¡es que es muy difícil!». Y, ciertamente, es así. Pero tenemos más experiencia, más conocimiento y una larga tradición de innovación educativa que nos ha situado, en algunos momentos de nuestra historia, como referente mundial. ¿Por qué no volver a intentarlo?

Veamos un ejemplo significativo. No hace mucho tiempo, quienes firmamos este artículo participamos en un estudio de la UE en el que se analizaba la importancia de las competencias transversales para incrementar la empleabilidad de los estudiantes de Formación Profesional. La conclusión resultó muy clara: este tipo de competencias favorecen las oportunidades de encontrar trabajo y son altamente valoradas en el mundo laboral. Por tanto, a las competencias tecnológicas, más instrumentales, de nuestros jóvenes, hay que añadir como mínimo con la misma intensidad un grupo de competencias transversales, algunas de carácter duro como es la competencia digital que tantas veces reclamamos o el conocimiento de la lengua inglesa y otras de carácter blando como la creatividad, la autonomía, la empatía, la comprensión de la multiculturalidad, la resiliencia, la capacidad de resolución de problemas…

Obviamente, es imposible “dar clase” de empatía o de resiliencia. Habrá que buscar métodos que nos permitan incorporar estas competencias a nuestro sistema de formación. Hoy, algunos centros de elevada complejidad lo tienen ya muy bien resulto. El problema no es solamente saber lo que debemos hacer o cómo debemos hacerlo, el problema es extenderlo al conjunto del sistema educativo. Y en la FP, como también hemos dicho en otras ocasiones, todo esto no se podrá aprender en dos cursos ni con unos “cursillos” adicionales que se puedan impartir durante esta formación. Es necesario que se contemple desde el comienzo de la escolarización, que se incorpore a la formación básica.

Cuando se entra en un centro de FP que aprovecha las potencialidades que ofrecen las nuevas tecnologías, que entiende su impacto en el fomento de la creatividad y de la innovación, se detecta enseguida un clima de implicación de los jóvenes, de confianza en el futuro y de trabajo que no pasa desapercibido al visitante. El reto es que todos los centros de FP sigan este camino. Y, aceptémoslo, el reto es francamente complicado. Es posible que haya docentes que, en las condiciones actuales, se sientan superados por la exigencia, que se vean carentes de formación, herramientas y complicidad social y que, como consecuencia, no puedan asumir todas aquellas responsabilidades que la sociedad les está encomendando.

Formar a un médico nos lleva 10 años y un examen MIR: en las manos de los médicos nos va la vida. ¿Cuántos años debería costarnos formar un docente? En las manos de los docentes nos va el futuro. ¿Por qué no afrontamos abiertamente la estrategia a seguir para conseguir un colectivo de docentes a la altura de los retos del siglo XXI con los recursos necesarios?

Evidentemente, si la función docente es más difícil, más exigente, también deberá ser mejor pagada. Los salarios de entrada a la docencia no son especialmente malos en nuestro país, al menos comparados con los de otros países. Pero la falta absoluta de una carrera profesional que permita ir aumentando el sueldo a medida que se adquiere mayor compromiso y competencia hace que la profesión sea poco atractiva. Esto lo sufrimos ahora de forma lacerante con la falta de determinadas especialidades y la dificultad para encontrar personas que quieran responsabilizarse con el proceso educativo más allá del cumplimiento estricto de la docencia.

No será fácil. También, inexorablemente, será más caro si se desea hacer bien. Habrá que aumentar la dedicación de recursos públicos hasta donde los retos de la educación del siglo XXI lo haga necesario: alumnos, docentes, empresas y toda la sociedad en su conjunto saldrá ganando.

Francesc Colomé, Xavier Farriols, Josep Francí y Oriol Homs

Publicado en la versión en catalán de Opina FP el día 11 de julio de 2024