El Informe Draghi y los problemas de los sistemas educativos (I)

Hace unos meses presentamos un artículo que hablaba del informe encargado a Mario Draghi por la Comisión Europea -El futuro de la competitividad europea- más conocido como Informe Draghi. Decíamos que este informe interpelaba fuertemente a los sistemas educativos ya que, entre otras medidas para cerrar la llamada «brecha de innovación» entre los países de la UE y los USA o China, señala la necesidad de ampliar las competencias de los ciudadanos más allá de las «clásicas» -bien conocidas, aunque no siempre logradas- y en Matemáticas, Lengua, Ciencias Naturales y Sociales, etc., es decir, facilitando el desarrollo de competencias transversales (soft skills), competencias verdes, competencias digitales, las llamadas competencias “manageriales”…

Evidentemente, estos informes no deben tomarse al pie de la letra ni deben sacralizarse. Nada de lo que argumentaremos debe entenderse como defensa del Informe Draghi, al que, de entrada, sí le reconocemos una virtud: centra una serie de temáticas clave para el futuro -en muchos casos, el futuro a corto plazo- de los sistemas educativos europeos. Debatir siguiendo el guion establecido por el Informe Draghi permite interpretar qué está pidiendo la sociedad al sistema y cómo el sistema puede dar respuesta a estas demandas.

El informe atribuye la carencia de competencias relevantes entre los ciudadanos europeos a una combinación de factores relacionados con los sistemas de educación y formación y con las dinámicas del mercado laboral. Pero, en cualquier caso, identifica cinco categorías para clasificar las razones que, a su entender, explicarían la falta de nivel competencial de los ciudadanos europeos. La primera categoría que describe el informe es «el deterioro de los sistemas educativos europeos«. Esta categoría es la que analizaremos en los tres artículos que publicaremos sucesivamente en los próximos días.

El informe achaca la falta de preparación para la innovación de la ciudadanía europea al deterioro de sus sistemas educativos. Para realizar esta afirmación, se fundamenta esencialmente, en los pobres resultados competenciales, en la incapacidad de detectar y retener el talento dentro del sistema educativo, en la falta de motivación y preparación de los alumnos en competencias clave (STEM) y, naturalmente, en la insuficiencia presupuestaria que sufren algunos sistemas educativos europeos o, en otros casos complementarios, en la ineficiencia al gastar su presupuesto.

Para ser más concretos, el informe atribuye este deterioro a seis causas que pasaremos a describir y analizar. En este artículo vamos a describir y analizar las dos primeras causas que, según el informe, son “los diferentes niveles de inversión en diferentes países de la UE” y “el excesivo número de jóvenes que no reciben una formación adecuada, lo que provoca una gran cantidad de talento no explotado”.

En cada uno de los puntos haremos una breve descripción de lo que dice el informe y un pequeño análisis, con la seguridad de que de cada uno de estos puntos podría generarse un amplio debate que va más allá de los comentarios que presentamos.

Primera causa: distintos niveles de inversión en distintos países de la UE

¿Qué dice el informe?

El informe destaca en concreto la baja inversión que se da en Irlanda (2,7% del PIB) comparada con la alta inversión que se da en Suecia o en Bélgica (6,3% del PIB) y hace notar que en USA, pese a que la inversión pública es del 4,2% del PIB, la inversión privada alcanza el 1,9%, lo que acaba dando de media una mayor inversión porcentual en USA que en la UE, lo que, según dice el mismo informe, no implica necesariamente unos mejores resultados del sistema educativo.

Análisis y comentarios

Ciertamente, los países europeos presentan un déficit de innovación respecto a USA, pero también sabemos que la consecución de determinados niveles de excelencia en la sociedad norteamericana van acompañados de altos niveles de discriminación y de desigualdad social que, si las cosas no cambian, está reñido con el modelo europeo más social y más inclusivo. Por tanto, teniendo claro que la inversión en educación es necesaria para el crecimiento del talento y la innovación en nuestra sociedad, también habrá que tener claro que esta inversión debe ir destinada a medidas que faciliten la inclusión social y la igualdad de oportunidades. Equidad y excelencia son dos principios que debe contemplar el sistema educativo y que, precisamente y como comentaremos en los próximos puntos, la inclusividad nos permitirá acceder a todo el talento existente.

En todo caso lo que sí parece cada día más claro es que la educación es cara y se encarece. Las responsabilidades que se le atribuyen y sus efectos sociales generales cada día más importantes hacen que se tenga que asegurar la calidad -seguramente un nuevo concepto de calidad- del servicio.

En este sentido, hay que tener presente la necesaria personalización (que pide una disminución de ratios), la creciente complejidad de las demandas sociales a la educación (que pide una preparación más alta y más continuada de los docentes y la incorporación de perfiles diferentes para atender necesidades educativas diferentes), la incorporación de nuevas competencias derivadas, principalmente, del cambio tecnológico y digital (que pide más inversión en tecnología en el aula y más preparación de los docentes en estas tecnologías) y, finalmente, las innovaciones metodológicas (que reclaman rigor en su aplicación y, por consiguiente, una mayor dificultad y mayores requerimientos a centros educativos y a docentes).

Todo ello comporta, como mínimo, decisiones políticas, de carácter presupuestario, que reclaman una organización distinta de la formación inicial de los docentes, del acceso a la función docente, de la formación permanente y, en justa correspondencia, un incremento salarial y de condiciones de trabajo y reconocimiento de los docentes.

Acertar en cómo se incrementa el gasto y en qué, y ser capaces de proporcionar los fondos suficientes sin desperdiciar ni caer en trampas expansivas tópicas, es uno de los retos políticos más importantes que tiene hoy Europa.

Segunda causa: El excesivo número de jóvenes que no reciben una formación adecuada, lo que provoca una gran cantidad de talento no explotado.

¿Qué dice el informe?

En este punto, el Informe se centra en dos aspectos: el abandono escolar prematuro y el déficit comparativo de titulados universitarios. Señala que a pesar de las políticas para disminuir el abandono escolar prematuro en Europa, en 2023 todavía había 3,1 millones de jóvenes sin una educación adecuada, mientras que el porcentaje de jóvenes en educación terciaria era del 37%, por debajo de los países de la OCDE que era del 40%, o de países como los USA, Israel, Corea, o Australia que están por encima del 50%, o Canadá que está en el 60%. Y concluye, citamos literalmente, que “unos sistemas de formación y educación inicial, modernos, de alta calidad e inclusivos son un reto para equipar a los estudiantes con el nivel de competencias necesario para construir sus carreras”.

Análisis y comentarios

Es interesante observar cómo el Informe cambia el sentido de la mirada al abandono escolar prematuro que normalmente se hace dentro del sistema educativo. Desde la educación, el problema del abandono se enfoca en el sentido de la justicia y la igualdad de oportunidades, o bien en la necesaria educación básica para la cohesión social y el ejercicio de los derechos de ciudadanía. El Informe añade una dimensión más: la pérdida de talento, es decir, no suponer que el abandono afecta única o principalmente a personas con poco talento desde el punto de vista académico que se esfuerzan por salir de la escuela, sino a personas que, en un porcentaje no definido, podrían desarrollar su talento y aportar valor a la sociedad.

La crítica es dura porque la acusación no afecta únicamente a los aspectos de justicia social sino también a los de crecimiento del país. En este sentido, es importante enfocar la lucha contra el abandono escolar prematuro también como una lucha por la promoción del talento de todos y para todos.

Sabemos que Cataluña (y España) aportan a los datos de la UE, tanto un alto porcentaje de abandono escolar prematuro como un alto porcentaje de personas con cualificación terciaria. Esto se representa en la conocida figura anómala de los titulados de Cataluña: muchos con baja cualificación, pocos con cualificación media y muchos con cualificación superior. La diferencia con la media del resto de países europeos es clara: pocos ciudadanos con baja cualificación, muchos ciudadanos con cualificación media y relativamente pocos ciudadanos con cualificaciones superiores.

Parece natural que en una sociedad en la que el conocimiento será cada vez más importante, el número de titulados superiores necesarios -entre los que se incluyen los titulados de FP de Grado Superior- sea también cada vez mayor. Sin embargo, será importante analizar esta formación en su estructura interna y ver si da respuesta o no a las demandas de innovación que reclaman los nuevos tiempos. Habrá que asegurar que los titulados en formación superior no sufran el fenómeno de la subcontratación favorecido, precisamente, por la falta de titulados en grados medios que son los que deberían realizar determinados trabajos. Volvemos a reclamar, pues, el aumento del gasto al tiempo que la eficiencia en la gestión de los recursos, una formación adecuada a las nuevas necesidades y un empleo adecuado al nivel de formación adquirido.

Francesc Colomé, Xavier Farriols, Josep Francí y Oriol Homs