Educación y sociedad: una píldora (y un anuncio)
Todos los consejos dados por personas o instituciones documentadas deben ser siempre bienvenidos. En momentos, como el actual, en el que crear y esparcir mentiras ha alcanzado un nivel de sofisticación elevado, no podemos obviar ninguna oportunidad para debatir con rigor aquellos temas que son cruciales para el futuro de las sociedades. La Unión Europea (UE) nos brinda la posibilidad de descubrir un consejo y provocar un debate en torno al informe “El futuro de la competitividad europea”, conocido como informe Draghi.
Desgraciadamente, este tipo de debate a menudo es menospreciado por el mundo de la educación. De hecho, en caso de que nos acerquemos a este debate, es fácil descalificarlo por economicista y, como tal, carente de la necesaria sensibilidad social. Es un error, porque en educación nada de lo que ocurra en la sociedad -y la actividad económica es un hecho social suficientemente importante- debe serle ajeno.
Debatir un determinado documento que, eso sí, tiene los requerimientos mínimos de rigor, en ningún caso es sinónimo de aceptar sus postulados. De hecho, el informe Draghi ha recibido muchos elogios y también bastantes críticas. No es el momento ni el espacio para entrar a fondo en ello, sí lo es para dejar constancia de que el informe interpela fuertemente al mundo de la educación y la sitúa en un contexto en el que puede jugar un papel importante en el enderezamiento de una dinámica de decadencia de la UE que los más pesimistas ven como insoslayable.
En cualquier caso, tener en cuenta las recomendaciones del Informe, analizarlas y, en su caso, integrarlas en las políticas estratégicas de la educación, nos ayudaría a dar más sentido a la tarea educativa que realizamos y a poner la educación en el lugar que merece dentro de las políticas de enderezamiento económico y social de nuestro país y, faltaría más, de la UE.
El informe habla de muchas cosas, pero entre ellas dedica buena parte del texto a hablar de competencias, sí, de competencias que deben adquirirse dentro de los sistemas educativos (universitario incluido) de los países de la UE.
El informe define seis políticas transversales. La segunda -“cerrar la brecha de la innovación”- se refiere a la necesidad de que la innovación se incorpore y se incremente en nuestras formas de producir y así se pueda cerrar la brecha ahora existente entre la UE y los países como los USA o China. Es en el marco de esta política se incorpora la necesidad de incrementar las competencias de la población, asegurando, como tantas veces hemos reclamado desde estas páginas, que ya no es suficiente con las competencias que proporciona la educación básica obligatoria, que hay que ir más allá de las competencias, en lengua, matemáticas, entorno,… y que es necesario definir y trabajar de forma rigurosa e “inteligente” las competencias digitales, las competencias verdes, las competencias STEM, las competencias blandas transversales y las competencias “manageriales”.
Hay necesidades de competencias que no se pueden predecir, però habrá otras que sí se podrán predecir: la tendencia a la automatización y al incremento del dinamismo; la capacidad de los trabajadores de completar los trabajos automatizados de las máquinas; la necesidad de dominar las tecnologías digitales; y la necesidad de adaptarse a nuevos desarrollos. Pero lo seguro es que las ocupaciones con altas competencias crecerán y se requerirá un incremento de las competencias y un reciclaje de las ya adquiridas.
El informe atribuye las raíces de la brecha de innovación a distintas causas. Además de pedir que se dé más coordinación entre los sistemas educativos y el mundo del trabajo, describe cinco categorías que explicarían la brecha:
– El deterioro de los sistemas educativos europeos.
– La disminución de la población activa.
– La falta de formación permanente para adultos.
– La poca movilidad laboral.
– Las pobres condiciones de trabajo que se ofrecen.
Evidentemente, cada una de estas categorías requeriría un análisis particular y un artículo, o más, cada una. Reflexionar sobre estos temas estratégicos y otros de índole similar es una de las líneas de trabajo que hemos definido para 2025.
En cualquier caso, sirvan estas notas como una suerte de aperitivo y para alertar de la responsabilidad que recae sobre el sistema educativo y de la necesidad de poner estas políticas en el centro de las políticas de país.
Francesc Colomé, Xavier Farriols, Josep Francí y Oriol Homs
Publicado en la versión en catalán de Opina FP el 27 de noviembre de 2024