Diversificación de los centros de FP

La lenta evolución del sistema educativo para adaptarse a las nuevas necesidades de la formación a lo largo de la vida y a la concepción integral de todo el sistema ha supuesto una revisión del modelo de centros de formación profesional.
La incorporación de la FP a los centros de enseñanzas secundarias propuesta por la LOGSE fue un paso positivo para avanzar en una concepción global del sistema educativo y para reforzar los conocimientos básicos que requería el nuevo modelo de cualificación que se desarrolló con la reestructuración del sistema productivo en los años 80 del siglo pasado.
La experiencia de los IES que han compartido oferta de ESO, bachillerato y ciclos formativos de FP ha demostrado sobradamente que la dinámica y las necesidades organizativas de las enseñanzas generales son muy diferentes a las de la Formación Profesional.
Tanto por las características de los estudiantes, como por su vinculación al mundo del trabajo y sobre todo por la diversidad de contenidos formativos en función de las familias profesionales que se imparten en el centro, y las instalaciones y equipamiento necesarios, la FP requiere un tratamiento organizativo, de espacios, de perfiles de los docentes, muy diferente a las enseñanzas de la ESO o del Bachillerato.
Si, además, incorporamos la concepción de la Formación Profesional a lo largo de la vida, no sólo entendida como que toda persona pueda acceder a la formación inicial en cualquier momento de su vida, sino que la oferta formativa acompaña a las necesidades de cualificación de las personas a lo largo de toda su trayectoria profesional, es evidente que la estructura de la oferta formativa hasta ahora articulada en torno a los ciclos de formación profesional, como los propios calendarios y horarios de impartición, y la vida del propio centro, requiere un tratamiento específico para cumplir con su finalidad.
Esta realidad está en el origen, desde hace ya un par de décadas en el caso de Cataluña, del proceso de transformación de un buen grupo de IES y la creación subsiguiente de centros específicos de FP. Pero todavía se mantienen IES con algunos ciclos de formación profesional especialmente de las familias de servicios y en las ciudades pequeñas. En general son IES en las que la oferta de FP es subordinada a la dinámica de las enseñanzas generales.
Para reforzar la tendencia hacia los centros específicos se propuso un nuevo modelo de centro integrado que se ha consolidado en la Ley 3/2022 de Ordenación e Integración de la FP y en Cataluña se ha añadido un nuevo modelo de agrupación de centros integrados.
Por tanto, en la actualidad en el sistema educativo hay un abanico de tipologías de centros que ofrecen Formación Profesional que va desde los ciclos de FP en los Institutos, los centros específicos de FP que sólo imparten estas enseñanzas, los centros integrados y agrupación de centros integrados. Además, existen los centros que ofrecen enseñanzas de régimen especial (profesionalizador) de carácter artístico o deportivo y centros que no dependen del Departamento de Educación y Formación Profesional como son las escuelas agrarias y que, evidentemente, también ofrecen enseñanzas profesionales. Todos estos centros pueden ser públicos, concertados o privados no concertados. Fuera del sistema educativo hay que considerar también a los centros colaboradores de los servicios de empleo y los centros, también generalmente privados, que ofrecen programas formativos no reglados.
Por otra parte, no está claro, dentro del ámbito del sistema educativo, si se pretende evolucionar hacia un único modelo de centro de FP o se mantendrá la diversificación actual. En todo caso parece necesario establecer una regulación específica para todos los centros de FP que atienda a las necesidades estructurales y organizativas de las enseñanzas profesionales si realmente se pretende que la Formación Profesional sea un vector clave para la profesionalización a lo largo de la vida de todas las personas.
Esta regulación debería ir mucho más allá de la contemplada para los centros integrados, ya que afecta a la concepción arquitectónica de los centros y sus espacios, los perfiles profesionales de los docentes y equipos gestores, la organización horaria, la gobernanza y la relación con los actores locales, la capacidad de flexibilización de los programas formativos en función de las necesidades de las empresas y las aspiraciones de los estudiantes. Y afecta, sobre todo, a la capacidad de autonomía necesaria de los centros para tomar las decisiones sobre la utilización de los recursos técnicos, humanos y económicos que requiere conseguir los objetivos fijados.
La nueva regulación es urgente si se quiere aprovechar el empuje de la ley 3/2022 y facilitar su despliegue para consolidar un sistema de Formación Profesional adecuado a los tiempos actuales.

Oriol Homs, Francesc Colomé, Xavier Farriols y Josep Francí

Publicado en la versión en catalán de Opina FP el 10 de diciembre de 2024